La violencia contra las mujeres ha existido a lo largo de la historia y continúa siendo naturalizada por la sociedad, afectando por completo la vida de muchísimas mujeres.   La diferenciación entre lo masculino y lo femenino, basada en roles y estereotipos socioculturales que sostienen la superioridad de la figura del hombre por sobre la de las mujeres, se ve reflejada en la configuración de los modelos de espacios públicos y privados que reproducen dinámicas de desigualdad arcaicas y obsoletas.   Para dejar de replicar estos modelos de arquitectura y ciudad, se plantea en el presente trabajo una serie de cambios en los parámetros de diseño preestablecidos, que priorizan la diversidad de usuarios, actividades y experiencias, a través de ofrecer nuevas alternativas de espacios, que posibiliten múltiples formas seguras de habitarlos mediante un enfoque integral y colectivo.   Con el fin de dar respuesta a esta problemática, la propuesta abarca desde el análisis de la situación de la ciudad y su contexto, a partir de la resignificación de periferias frágiles; hasta el replanteo de tipologías de vivienda que, a través del uso de gradientes espaciales de privacidad y seguridad, y de simples modificaciones en los equipamientos estándar, permiten múltiples configuraciones que se adaptan rápidamente y con flexibilidad a la diversidad de usuarios y temporalidades, admitiendo nuevas formas de habitar. Entendiendo que estos modelos de vivienda y ciudad son una oportunidad para transferir nuevos parámetros que colaboren en erradicar dinámicas violentas, de desigualdad y exclusión, y que fomenten aquellos que permitan una evolución sociocultural.